Gritar el evangelio con la vida. MAURICIO SILVA barrendero
Presentación del libro en "El Corralón" , lugar donde trabajaba el sacerdote en el momento de su desaparición.
El día sábado 20 de octubre de 2007, a las 20hs, se presentó el libro " Gritar el evangelio con la vida. Mauricio Silva barrendero" (investigación realizada por la Dirección General de Cultos) en "El Corralón" Gaona 4660 , lugar donde trabajaba el sacerdote en el momento de su desaparición.

Participaron de este encuentro familiares, amigos y compañeros de trabajo de Mauricio Silva, con quienes compartiremos muchos de los testimonios que forman parte del libro.

Invitó especialmente a participar de este evento.

La Asamblea Barrial de Floresta



Notas relacionadas

Información obtenida de la página de Desaparecidos: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/s/silvak/

Padre Kleber Mauricio Silva Iribarne Garay
Desaparecido el 14/06/1977


Foto: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/s/silvak/

Mauricio Silva era un sacerdote salesiano uruguayo. Entró muy joven a la congregación de los salesianos. Realizó sus estudios en Argentina y sus primeras experiencias fueron en la Patagonia. De joven fue capellán de colegios, incluyendo el Sacre Coeur de Carrasco, de la cárcel de mujeres y de la Juventud Estudiantil Católica.

Vino a la Argentina en 1970, a los 45 años, para entrar en la Fraternidad del Evangelio (Padre Carlos de Foucauld) en Fortín Olmos, Chaco. Más tarde vivió en un conventillo en los basurales de Rosario, donde organizó a los cirujas. Luego se radicó en Buenos Aires y trabajaba de barrendero municipal, ya que la orientación de la Fraternidad indica que sus miembros se desempeñen en la misma actividad donde realizan su apostolado. Allí realizaba una intensa actividad política y gremial. Aunque en un primer momento salió de Argentina durante la dictadura, regresó en 1977. Pío Laghi, el nuncio del Vaticano, les aseguró que el gobierno no iba a tocar más a los curas y monjas. Lo mismo le dijo el cardenal Aramburu, quien además le dio un documento que le permitía dar misa y confesar.

El 14 de junio de 1977, el Padre Silva se encontraba barriendo la calle en Segurola al 1000 cuando gente de civil armada que se identificó como perteneciente a la policía y que iba dentro de un Ford Falcon blanco, preguntó a otros barrenderos dónde trabajaba aquél. Una testigo vio cómo lo metían en un coche con las misma características. En la tarde del día siguiente al secuestro, cuatro hombres que dijeron ser miembros de la Fuerzas Armadas y uno que dijo ser el Juez militar que intervenía en el caso Silva, interrogaron sobre él a los vecinos y a los Hermanos. Para el Hermano Cara, resultó muy claro que esos hombres ya habían hablado con la víctima, ya que sabían todo con exactitud acerca de la Fraternidad y habían llevado con ellos a un traductor del francés; estaban particularmente interesados en las ideas políticas de Mauricio Silva. Al día siguiente fue presentado un recurso de hábeas corpus el que no tuvo resultado positivo.

A los pocos días retiraron de la Municipalidad de Buenos Aires su ficha de trabajador y desapareció su permiso de residencia y su documento de identificación. Cuando se preguntaba por él los uniformados respondían: "Esa persona no existe".

Hacia fines de julio monseñor Pichi, del arzobispado de La Plata, informó que Silva estaba en Campo de Mayo y que había sido bárbaramente torturado. Semanas más tarde fue transferido a algún lugar de La Plata. Un mes más tarde, Pichi les dijo que no tenía noticias del sacerdote.

En setiembre de 1980, fue arrojado desde un auto a la calle. Casi exánime, fue trasladado a un hospital de Buenos Aires, donde murió como mártir de los pobres luego de haber sufrido espantosas torturas. Informaciones vaticanas dicen que el Papa Paulo VI pidió por él y que los militares lo mataron, porque no podían dejarlo vivo en el estado deplorable en que estaba y por eso decidieron "trasladarlo".

En su homenaje se instituyó el 14 de junio como el Día del Barrendero de la Ciudad, por ley l032 de la Ciudad de Buenos Aires, en el año 2003.

Foto: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/s/silvak/

Como el mulato de Porres
El padre Silva oriental
El primero barriendo en Lima
Y el otro, La Capital

Ambos cuidando al Cristo
En el hermano empobrecido
Ya lo ve, está visto
Uno santificado, el otro desaparecido.


Oración de Mauricio

Señor, yo sé que Tú estás
en la fe luminosa de una noche de estrellas,
de un día radiante de azul y de sol.

Yo sé que Tú estás,
en la espera gozosa de un niño que viene,
de una carta que llega,
de un amigo que vuelve.
Tú estás,

yo sé que Tú estás
en el amor inmenso de unas manos que abrazan
y en el puro cariño del beso que me dan.
Mas también sé que estás
en la fe desprovista y desnuda
cuando un día y otro día
le cuenta su rutina de trabajo y pobreza
y mi alma se hunde en tiniebla total.

Yo sé que Tú estás
cuando la esperanza es cuesta empinada,
la cumbre es incierta y las fuerzas muy pocas.
Tú estás.

Yo sé que Tú estás
cuando amar es un surco humilde y oscuro,
que reclama al grano para ser fecundo
y morir en soledad.

Yo sé que Tú estás,
Señor, que te creo,
Señor, que te espero,
Señor, que me amas,
Yo sé que Tú estás.



Hola, este año se cumplen 30 de la desaparición de Mauricio Silva. Lo conocí en Venezuela en 1977. Yo vivía con las Hermanas del Evangelio. Tuve la fortuna de encontar a Maucio cuando él decidía regresar a Argentina, en Febrero de 1977... puedo decir que en él encontré a un verdadero HERMANO. Cuando nos despedimos me dijo que siempre me tendría presente en su oración, en su contemplación.

No soy poeta pero hice un intento por escribir este pequeño poema expresando lo que siento por Mauricio.

Mauricio, hermano
María Teresa Cervantes Loredo
1977 - 2007


Fue breve nuestro encuentro
en tierras de Bolivar
Tú arriesgándolo todo,
Yo, descubriendo el mundo.
¡Entrañable ciruja!
¡Pepenador glorioso!
¡Tan presente!
¡Tan ausente!
Sigues…hurgando en mi conciencia,
limpiando los caminos,
construyendo futuros,
barriendo la inmundicia,
recogiendo lo mejor de nosotros,
reciclando ternura.



HOMENAJE A LOS 150 AÑOS DE FLORESTA
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